Según cuentan, a principio de 1900, nuestro bisabuelo Juan Pastor convencido de la bondad de la tierra y de las condiciones climáticas de Manuel, su pueblo natal, decidió plantar a pesar del escepticismo de los vecinos, los primero naranjos que se hayan visto por estos lares.
Los manuelinos que hasta a la fecha se habían dedicado en gran parte al cultivo paupérrimo del arroz, a los pocos años, se dieron cuenta del gran potencial agronómico que aguardaban sus tierras. Hoy en día, en toda la Comunidad Valenciana, es por todos conocido que las naranjas de la zona son de las primeras en madurar, por lo que productores de otras comarcas se abastecen de éstas para satisfacer a sus clientes más exigentes, dispuestos a todo para conseguir las primicias antes que los demás.
Nuestro abuelo Luis, heredó de su padre el amor hacia este fruto tan emblemático de nuestra cultura mediterránea, y a su vez, la transmitió a nuestro padre, José Luis, que hoy en día es al alma mater de Naranjas Manuelas.
Nuestro padre, durante más de cinco décadas, ha dedicado de manera vocacional todo su tiempo libre al cultivo de los campos de naranjos de la familia, actividad que realiza con un esmero, una pasión y una intensidad que trasciende cualquier razón comercial. Su acercamiento al fascinante mundo de la naranja responde a una forma de intender la vida en contacto con la naturaleza, respetando sus ciclos y sus leyes. Nuestro padre vive literalmente en simbiosis con sus naranjos, los conoces uno a uno, los cuida y los mima como a nosotros, sus hijos. Los naranjos son para él la esencia de la familia, su contacto directo con aquel mundo rural de antaño que muchas veces ha estado a punto de desaparecer. Para él, estar entre naranjos, es estar entre seres queridos, los mismos que en su día arroparon a su padre y antes a su abuelo.
El ADN de nuestra familia está indeleblemente marcado por esta soleada y fértil tierra valenciana, por el ritmo lento de sus costumbres ancestrales y por estos cítricos que todo lo impregnan con su fragrancia penetrante.
Por todo ello, es para nosotros un honor ayudar a nuestro padre a mantener viva su vocación naranjera y continuar la labor que empezó hace ya cuatro generaciones nuestro bisabuelo, con la humildad y la honestidad que siempre han caracterizado a nuestra familia.
Solo nos queda invitarle a que pruebe las Manuelas, las naranjas con nombre proprio.
Isabel y José Pastor